En Naukas Rota, por fin, aprendí…

Quiso el destino en marzo de 2020 que, después de llevar unos días esperando para presenciar el evento de divulgación Naukas Rota -con sorpresa incluida que no desvelo por discreción-, apareciera Pedro Sánchez en las televisiones de toda España para anunciar el estado de alarma. Sin saber si podríamos volver a nuestro lugar de residencia habitual hasta después de que el presidente enumerase seis apartados, mi hermana y yo estábamos delante del televisor como quien espera a que salga su número un 22 de diciembre cualquiera. Y salió. El resto de lo que pasó es historia de la humanidad. 

Cartel de Naukas Rota.

Cuando @Naukas_com confirmó la realización del evento en Rota para este año 2022 volvimos a hacer las maletas para volver a Rota y, esta vez sí, disfrutar de la ciencia. Las charlas tuvieron lugar en el teatro Alcalde Felipe Benítez. Una especie de replica cromática, aunque más pequeña, del anfitrión de los eventos Naukas por antonomasia: el Palacio Euskalduna de Bilbao. Por desgracia para nuestro hedonismo, el #NaukasRota es de lo poco que hemos podido disfrutar… porque madre mía qué días de lluvia y viento hemos pasado. Un cielo gris plomizo digno del propio Bilbao (que resultó ser el centro de la da DANA Celia) nos regó sin miramientos durante casi todos los días mientras zarandeaba las palmeras de 15 m. que pueblan la urbanización, privándonos incluso de ver ese polvo en suspensión traído del desierto del Sáhara que ha teñido de un color marciano la península ibérica. Increíble pero cierto: la calima llegó a Euskadi pero no pasó por Cádiz.

Finalmente, el sábado 19 de marzo, Aberrón y Eugenio Manuel se congratularon de poder estar en ese auditorio para celebrar un Naukas que llevaban años esperando. Lo que sigue fue una pincelada de lo que se contó allí:

Que 512 personas disfru-sufrieron con el matemático Paul Erdös, y que gracias a ello no es que el bueno de Paul ganase batallas después de muerto… es que publicaba papers después de muerto. Pero MUCHOS papers. Gracias Tito Eliatron.

Que en Rota desde hace siglos se aplica el cerebro para pescar a pie, aprovechando los corrales, la geología y las mareas para que los peces entrasen con pleamar y quedasen atrapados con la bajamar. Gracias Carlos Lobato.

Que a veces la intención no es lo que cuenta. Que hay que hacer las cosas. Y que como no vacunaron a los inuits en su viaje a Europa, pues el desenlace fue el peor posible. Gracias Susana Escudero.

Que hay que confiar en el progreso como lo que es: el resultado de la unión de diferentes disciplinas para que la sociedad avance. Hay mucho que agradecer a la ciencia. Gracias Eugenio Manuel, por la charla y por organizar el tinglado.

Que algunos animales marinos puede ampliar o reducir la señal que mandan desde su melón para concretar las diferentes señales que desean interpretar. (Disclaimer: yo es que lo de las arañas bailarinas ya lo sabía). Gracias Conchi Lillo.

Que a veces cuando quemas algo no siempre se pierde peso. Depende de lo que quemes, puede ser que el peso de los materiales aumente. Gracias Javi Fdez. Panadero

Que nunca te puedes fiar de la Covid-19, que me dejó sin ver una charla y una más que probable foto con un p*** astronauta. Gracias Pedro Duque por el mensaje que nos mandaste a los presentes.

Que la exploración vertical de nuestro mundo fue un viaje tan fascinante o más que la de tierra y mar. Gracias Aberrón.

Que los japoneses se acercaron a Pearl Harbour usando la geometría aplicada de Voronoi para no ser detectados por las diferentes bases estadounidenses repartidas en el Pacífico. Gracias Clara Grima.

Que los niños que nacen durante o justo después de una catástrofe lo sufren el resto de sus vidas. Gracias Gaby Jorquera.

Que las ratas topo desnudas no desarrollan cáncer y trae por la calle de la amargura a los biólogos que llevan décadas estudiando, a los que se les dice que sus proyectos gastan mucho dinero. Gracias Guillermo Peris.

Que una tragedia tan enorme del siglo XVII como para inspirar cuadros en los que un naufragio terminó en canibalismo podía haberse evitado si el comandante hubiera sabido un mínimo de física. Gracias Francis Villatoro.

Que se puede viajar en el tiempo… pero que si vas a matar a tu abuelo para ver qué pasa puede que te esté esperando con una escopeta. Gracias Enrique F. Borja.

Que la astrocopla es un género que tarde o temprano acabará sonando en el prime-time televisivo ¡porque no se merece menos! Gracias por tanto Manolux y Natalia, sois enormes.

Todo esto es un resumen muy vulgar de lo que se contó allí. Pero el buen rato que echamos después alrededor de unas tapas y unas cervezas dio para mucho más, porque son gente majérrima y porque es fácil dejarse querer cuando se le trata a uno tan bien sin ni siquiera formar parte real de un grupazo de gente —y no me refiero solo a los de este sábado— que está demostrando que la ilusión de transmitir el conocimiento va más allá de los estereotipos tan manidos para despectivamente llamar frikis a las personas interesadas en el saber, el curiosear, el preguntar o el responder, la inquietud. Hay gente a la que le interesa lo mismo cómo funciona exactamente una tomografía axial computerizada, qué pasa al cruzar el horizonte de sucesos de un agujero negro, cómo se comunican las ballenas a miles de kilómetros de distancia, qué era necesario para ser escriba en Egipto o qué tuvo que pasar para que se fundara Roma. Ojalá la sociedad tratase mejor a la ciencia y a l@s científic@s, cuánto más mejoraría y qué bien nos iría.

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