Febrero, con “M” de Marte

Recreación de Marte

Este febrero es el mes de Marte, el planeta rojo, pero hace exactamente un año estaba en medio de una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Con la pandemia siendo todavía un futurible, aterricé en Alemania para visitar el centro de control de misiones de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) de Darmstadt. [Como contexto de ese futurible, os comento que en el vuelo de Bilbao a Madrid no recuerdo que nadie llevase mascarilla, y en el de Barajas a Frankfurt apenas tres o cuatro personas en todo el pasaje]. El motivo del viaje era presenciar en directo cómo los ingenieros de vuelo viven el lanzamiento de una sonda espacial en la que han estado años trabajando. La Solar Orbiter está ya haciendo la ciencia para la que fue concebida, e incluso nos ha dado ya alguna sorpresa nunca antes vista -ni supuesta- sobre la actividad del sol y su funcionamiento. La verdad es que fue realmente impresionante todo lo que allí viví, más allá del propio momento del despegue. Expliqué todo el proyecto en este artículo para National Geographic.

Mis días en Alemania, desafiando a la tormenta Ciara que nos hizo llegar a los headquarters de al ESA calados como un pollo a las 4:00 AM, me han venido a la cabeza cuando me he dado cuenta de que este mes los ojos de los espaciotrastornados se posarán una vez más sobre nuestro vecino Marte.

Lo cierto es que los últimos “febreros” están siendo especialmente activos en materia de espacio. Aparte del pistoletazo de salida de la misión Solar Orbiter en 2020, se han cumplido tres años ya desde que Space X realizase con éxito la prueba de vuelo del gran Falcon Heavy en la que será recordada para siempre la puesta en órbita del Tesla rojo descapotable de Elon Musk, pilotado por un maniquí con el mismo nombre que la canción de David Bowie (que sonaba a todo trapo en el radiocasette hasta que llegó al espacio). Starman empezó así su viaje hacia la órbita de Marte: como carga útil de la prueba de vuelo, en la que por cierto dos de sus tres propulsores aterrizaron simultáneamente en la Landing Zone apenas unos minutos después de haber flanqueado al Core como si estuviésemos presenciando una película de ciencia-ficción. Y este mismo mes, también Space X ha hecho la segunda prueba de vuelo de la Starship SN9, después del meritorio intento de las Starship SN8. Para los no iniciados, decir que Starship es la nave con la Elon Musk pretende llevar gente a Marte. Un bicho de ø9 m. y 50 m. de altura que se manda a más de 10 km. de altitud para simular una caída libre apagando sus tres motores Raptor. La prueba en cuestión consiste en ser capaces de que el aparato retropropulse y maniobre para estabilizar vertical la última parte del descenso y hacer aterrizar la nave como aterrizan los Falcon 9. La reutilización de los cohetes es la base fundamental del proyecto aeroespacial de Space X. En el caso de Starship es así principalmente por dos motivos. El primero es obvio: que no se estrelle en Marte y haya pérdidas humanas. Y el segundo es que esa misma nave despegue de Marte y vuelva a la Tierra, la reutilización de la que acabo de comentar. Por el momento, ambas (SN8 y SN9) se han estrellado, pero la telemetría de ascenso hasta 12 y 10 km. de altura para apagar los motores y dejarlas caer e intentar maniobrar el aterrizaje ayudará a los ingenieros a mejorar para futuras ocasiones. La SN10 ya está en la rampa de lanzamiento y la SN11 va de camino. Es cuestión de estadística que cada vez se está más cerca de conseguirlo.

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