Del planeta azul al planeta rojo

Cuando uno echa la vista atrás, se da cuenta de que desde el principio de los tiempos la exploración es un componente inherente al ser humano. Ocurre desde que el primer homínido ancestro del Homo sapiens sapiens bajó del árbol. La evolución de las especies en función de su conocimiento del entorno y de sus limitaciones hizo estallar en mil pedazos los límites del aprendizaje. Nunca se daba nada por hecho y jamás se entendía lo aprendido como algo malo, sino más bien como una lección de vida. Lo que ocurriera a tus semejantes te servía para replicarlo si era positivo y para no hacerlo si perecían en el intento, algo al fin y a la postre positivo también. Win-win. Es lo que suele contarse como el momento en el que uno de aquellos homínidos quiso ver qué había al otro lado de la colina. La antropología al servicio del esclarecimiento de los acontecimientos. Hoy, millones de años después de aquello, viajamos en la Tierra con el pensamiento en el planeta rojo. 

Rumbo a Marte, el planeta rojo

Los seres humanos seguimos con la mente igual de inquieta. La curiosidad. Y algunos más que otros. El explorador que llevamos dentro no desiste, aunque la realidad le sea adversa o parezca inalcanzable. Uno de esos es el [inserte aquí su adjetivo calificativo] Elon Musk; hace cuatro años escribí sobre él y su obsesión marciana aquí. Enviar gente a Marte, ni más ni menos. Mas de un centenar de personas, durante un viaje de varios meses comenzado en la ventana de lanzamiento óptima, ese punto de máximo acercamiento entre el planeta azul y el rojo.

A su sueño de reutilizar los cohetes con los que pone carga útil o astronautas en órbita camino de la Estación Espacial Internacional, le ha sumado la grandeza de algo jamás imaginado de una forma tan tangible: desarrollar una nave que permita al ser humano salir de la zona binaria Tierra-Luna. La ha llamado Starship, y el pasado 9 de diciembre tuvo lugar la prueba de vuelo más espectacular de las últimas décadas. El complejo de lanzamiento se encuentra en Boca Chica (Texas, EEUU) y aproximadamente 3 km. separan la zona de producción de la zona de lanzamiento.

La Starship SN8 (con sus 50 m. de longitud) se elevó según lo previsto hasta 12,5 km. de altura, propulsada por sus tres motores Raptor. La hazaña adquiere un tinte más épico si tenemos en cuenta que hoy en día podemos ver cada momento de un vuelo de estas características en tiempo real. Una cámara interior muestra cómo está yendo todo, cómo se aleja del suelo, cómo sube más y más, y con una línea de tiempo para el ensayo pensada y repensada, cómo apaga sus motores de manera escalonada para decelerar (ECO – Engine Cut Off) y comienza a planear en posición horizontal cayendo a una velocidad de vértigo pero simulando con esa maniobra lo que será entrar en la débil atmósfera marciana, estabilizada de manera autónoma por los diferentes alerones diseñados a tal efecto (en una maniobra con nombre de caramelo: belly flop), para que después de 6 minutos y medio y a falta de escasos metros de altura del suelo, los tres Raptors re-enciendan y ubiquen la nave en posición vertical en apenas 2 segundos con el fin de completar una retropropulsión (back flip) que frene el empuje de la caída y poder así posarse tan suavemente como lo hacen ya de manera habitual las diferentes primeras etapas de su hermano pequeño el Falcon 9. Ese otro milagro ya normalizado de la recuperación de la primera etapa se produce tanto en tierra firme como en cualquiera de las dos barcazas de las que SpaceX dispone para ello (“Of Course I Still Love You” y “Read the intructions”)-.

A los 6 min. y 42 segundos, la Starship, y según contó SpaceX, después de que uno de los tanques frontales de metano no pudiera proporcionar el empuje necesario para conseguir frenar la nave, se estrelló. La nave se estampó, sí, y sin embargo los asistentes al evento lo celebraron por todo lo alto. La prueba había sido todo un éxito en cuanto a datos de telemetría obtenidos para el estudio de posibles fallos. Estalló todo en mil pedazos y no quedó en la zona de aterrizaje casi ni qué barrer.

La siguiente prueba se hará con la Starship SN9, que ayer mismo -22 de diciembre- fue llevada desde las instalaciones de Boca Chica y colocada en la Plataforma B de lanzamiento… porque la Plataforma A deben estar limpiándola todavía. Y muchos estaremos esperando a que a la segunda vaya la vencida, dándonos igual que no sea así, porque entonces habrá una tercera intentona. Cuando hablo de «muchos» quizá no pueda definirse como tal en términos globales, pero es que solamente en uno de los streamings en directo del evento del canal nasaspaceflight.com estábamos viéndolo más de 130.000 personas simultáneamente -que llevábamos horas escuchando la cobertura-. Desconozco el número de gente visualizándolo en otros directos, incluso en el oficial de Space X, pero bueno, algún que otro millón de personas a lo largo y ancho del mundo es más que probable.

Deja una respuesta