El mes de abril tiene una cita astronómica que no tiene mucha relevancia, pero que aún así se sucede año tras año. Os hablo de la lluvia de estrellas conocida como las Líridas, un fenómeno que ocurre durante la segunda quincena del mes y tiene su pico el día 22.
Para llegar a los orígenes de esta historia debemos remontarnos a la época de la Grecia Clásica, concretamente a la región de Tracia en el año 500 a.C., aproximadamente. Es probable que te suene Tracia por ser el lugar de origen del afamado y cinematográfico gladiador Espartaco. Como decía, en aquel entonces ya se conocía a Orfeo como «el padre de los cantos» y también que se encargaba con su lira de apaciguar a las bestias y a los hombres, con ella era capaz de mover árboles o rocas, e incluso de retener el curso de los ríos. Se dice que Orfeo aprendió música de su hermano Lino, aunque pudo haber sido Apolo. La lira que tocaba estaba hecha a partir del caparazón de una tortuga y había sido fabricada por el mismísimo Hermes.
Orfeo tuvo una vida verdaderamente notoria, entre otros motivos porque se le considera uno de los pioneros de toda la civilización, enseñando diferentes artes a los hombres. Esa posición le profirió cierta relevancia como sacerdote augur y profeta, así como la suficiente confianza como para fundar diferentes cultos y ritos místicos de purificación o iniciación. Entre sus hazañas se cuenta que embarcó en el viaje de los Argonautas en la búsqueda del vellocino de oro, y que utilizaba su lira para marcar el ritmo a los remeros, pero también para proteger a los marineros de las sirenas con su música. Tan sólo uno de ellos fue seducido por esas voces y saltó al agua desapareciendo para siempre. Además, Orfeo tuvo también mucha trascendencia por su historia de amor con Eurídice, que podréis ver en este hilo de @wikihilos.
Pero lo que realmente dejó el legado de las Líridas fue su muerte. Esquilo relató en su obra “Las Basárides” que su muerte tenía origen en el abandono de culto a Dionisio, proclamando a Helios (Apolo) como el dios principal. Este cambio molestó tanto a Dionisio que decidió acabar con su vida, de tal forma que mientras Orfeo esperaba a la salida de Helios en el monte Pangeo, Dionisio envió a las Menades para que lo descuartizarán. Las Menades así lo hicieron, y tiraron después la lira al río. Sin embargo, Zeus envió entonces un águila para que la recogiera y la colocara en el cielo nocturno en forma de constelación. La narración de la desaparecida obra de Esquilo fue recogida así por Eratóstenes de Cirene, el mismo que midió la curvatura de la Tierra con un palo hace 2000 años. Podéis ver cómo lo hizo aquí.
Los meteoros que llegarán no tienen tamaños superiores al de un grano de arena y son los 49 km/s de velocidad relativa los que les hacen desintegrarse como líneas de luz al cruzarse con la Tierra. Proceden del cometa Thatcher y aunque su pico tiene lugar el 22 de abril, pueden verse desde el 16 al 26. En esta imagen podéis encontrar la información básica para mirar el cielo y verlas.
Como curiosidad, y por si no la habéis visto, esa constelación de la Lira es precisamente desde su estrella Vega el lugar desde el cuál procede la señal extraterrestre que se recibe en el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico) en la película «Contact». Una maravilla que todo aficionado a la ciencia-ficción debe ver al menos una vez en la vida.