El desuso del deshuso.

Rotación y traslación conviven. Llevan ahí desde hace miles de millones de años. La Tierra, ensartada cual espeto por los polos y, como atada al Sol (también en movimiento) con una cuerda, completa giros que hace siglos conseguimos descubrir y controlar porque en ello iba la supervivencia como especie. Al menos desde la aparición de la agricultura. Millones de años de evolución desarrollada en función de unos comportamientos guiados por la Pachamama. Era simbiosis. Ahora parasitismo. Conseguimos destripar secretos inimaginables, que nos sirvieron de mucho. Preguntas con respuesta, ¿qué más queremos?
En algún momento, en algún lugar, alguien miraría fijamente a la Luna preguntándose qué era o por qué desaparecía durante el día. No dudo que con el Sol pasara a la inversa, con la diferencia de que éste dejaría unos cuantos ciegos por el camino… pero eso lo supimos después. Sin embargo, el ser humano sentía que debía controlar el tiempo desde hace miles de años. Fue trending topic en unas cuántas épocas de la Historia, cuando se dieron cuenta de que el calendario necesitaba medidas más precisas; aunque no todos los relojes fueron como los que estamos acostumbrados a manejar hoy en día. No.
Al principio, la falta de medios hacía pensar a los encargados del tema en formas de repetición que pudieran entender, y contar. Unidades de medida arcaicas, pero unidades al fin y al cabo. Los egipcios, por ejemplo, inventaron las clepsidras, recipientes con un orificio en su base que eran llenados de agua para medir el tiempo que había transcurrido en hacer algo con lo que la vasija se había vaciado. Desde luego, algo mucho más sofisticado que los calendarios de siembra y recogida empleados hasta aquella fecha. 
Imagen: classicsalaromana
Imagen: isndf.com.ar
Pasaron los siglos y los sabios del Medio Oriente idearon una manera diferente para medir el tiempo: el reloj de sol. A veces me pregunto qué hubiera sido de la humanidad sin los avances aportados por el mundo árabe. Aprendieron a medir el tiempo solar, que se define como el tiempo que está comprendido por la posición del Sol en el cielo, considerando su punto más “alto” como el mediodía. Después de dos mil años, en la Edad Media se crearon los relojes de arena. Recipientes de cristal en forma de doble embudo contrapuesto por donde la arena pasa de uno a otro. Durante mi visita al Alcázar de Segovia nos contaron que el que había en la sala de recepciones se usaba para delimitar la duración de las instancias ante los reyes. 
Foto: elzo-meridianos.blogspot.com.es
Pero no fue hasta el año 1.884, en plena Revolución Industrial, que el entonces presidente de los EEUU Chester A. Arthur solicitó abiertamente que tuviera lugar una conferencia a nivel mundial en Washington D.C. a la que asistieron miembros de 25 países. Con la aparición y apogeo del ferrocarril, se dieron de bruces contra algo que hasta el momento nunca se había tenido en cuenta: el ferrocarril permitía cubrir largas distancias en “demasiado poco” tiempo con respecto a los medios de la época. Por ello, era necesario establecer un sistema de medición común en todas partes, de manera que se permitiera estandarizar las líneas en función de su localización. La decisión fue quasi ecuánime. Sabiendo que los días tienen 24 horas, se dividiría la Tierra como si tuviera el aspecto de una naranja -pelada-, en gajos. Uno por cada hora. Y establecieron un Meridiano 0 (del latín meridies, traducible como “mediodía”), a partir del cuál contar las horas hacia el este (+1) o hacia el oeste (-1). Entre tres lugares propuestos (uno de ellos en El Hierro canario), al final el Meridiano 0 quedaba definido por el arco que pasa por el Polo Norte, el Real Observatorio de Astronomía de la ciudad británica de Greenwich y el Polo Sur. A partir de él, los demás, en divisiones de 15º, que es el resultado de dividir los 360º de la circunferencia terrestre entre 24 semicircunferencias.
Este breve resumen de la historia del tiempo, de los relojes y de las mediciones, nos sirve para tener formada una opinión cuando nos digan que en pleno siglo XXI es posible que haya países que no estén alineados con el meridiano que les corresponde de manera «física», y a preguntaros qué motivos mantienen a España donde no debiera. Tendemos a asumir que como tenemos las cosas desde que nacemos, no es necesario preguntar nada. Tú a callar. Sigue empujando para que gire la rueda y limítate a no molestar. No obstante, hay quienes no pueden callarse. Hay quienes desean que si aceptan algo, sea con conocimiento de causa. A veces, causas perdidas… como puede ser el caso. Dicho esto, repito ¿por qué? La razón de que estemos desubicados desde marzo 1.942 es, ni más ni menos, la deferencia de Francisco Franco para con Adolf Hitler. No sé si en un alarde de adivinación, pensando que si Alemania ganaba la 2ª Guerra Mundial, sacaría algo de ello… o por simple bajeza de miras, aceptando a Adolf como legítimo dominador. Los británicos también “se colocaron” en esa zona horaria, pero por pura necesidad: el control/sincronización de los bombardeos. Ahora bien, en 1945, con la victoria aliada, volvieron a retrasar sus relojes a la hora GMT (Greenwich Meridian Time), basada en el Meridiano 0. España huyó hacia adelante en ese sentido y prefirió seguir viviendo “a contraluz” amparándose en el manido argumento del ahorro energético. Sin embargo, es “la herencia recibida” la que lo ha perpetuado y, por desgracia, los del PP se llevan tan mal con la Ciencia que quizá la mejor de las explicaciones no les convenza de que lo ideal sería volver al horario GMT0… y sólo cambiando algunas costumbres dejemos de ser unos campeones en obesidad infantil o fracaso escolar. Esperemos que no tengamos que volver a las clepsidras o los relojes de sol. Lo cierto es que son muy pocos los lugares del mundo donde un país casi entero permanezca en la zona horaria que no le corresponde. Spain is different.
 
 
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