Medusas, Perseo y estrellas fugaces

Es verano y probablemente estés en alguno de los arenales que se encuentran a lo largo y ancho de la geografía española. Con más o menos ropa, estás conviviendo ahí, tumbado, con individuos que seguramente no conoces de nada. Quizás pensando en aquella historia que leíste un día sobre Perseo y Medusa, ahora que has visto a un niño salir del agua espantado por una de ellas. Carbonizando tus células epidérmicas sin otro objetivo que el de estar más moreno que el resto de amigos, compañeros de trabajo o familiares. Somos así de simples.

Soliviantas tu elevada temperatura corporal con chapuzones de corta duración, salvo que estés realmente a gusto y te adentres un poco más en la inmensidad del mar. Los hay que necesitan hacer pie y se vuelven para atrás si no es así, y hay quien disfruta nadando prácticamente solo a decenas de metros de la orilla; si eres de los segundos, sabrás que a veces esa soledad de humanos alrededor no tiene nada que ver con una soledad absoluta. Animales de todo tipo pululan por debajo de ti sin que te enteres, a menos que la casualidad haga que os encontréis. Uno de los más comunes es la medusa. Un carnívoro marino invertebrado que no tiene nada que ver con los tiburones a los que tanto tememos, pero al que le basta un leve contacto para hacernos buscar la orilla. Dependiendo del tipo, su picadura irrita la zona donde nos haya tocado porque sus tentáculos tienen unas células que almacenan el veneno de tal manera que incluso ya en la orilla puedes “romperlas” reactivando el ardor inicial. Hay especies que incluso pueden provocar la muerte. No obstante, si su toxicidad no es muy grande, se dice que el vinagre o la orina calman el desasosiego… El que suscribe lo ha intentado con orina en un par de ocasiones y puede asegurar que no es así. Si os pasa, lo mejor es acudir al puesto de socorro más cercano y allí os darán lo necesario. Y si la cosa va a más, sería un médico especialista el que os tendría que decir qué tomar. Respecto a lo que ellas toman, su dieta varia desde plancton hasta medusas más pequeñas, pasando por crustáceos, huevos de peces e incluso peces pequeños. Tranquilos, no hay registrada ingesta de humanos. Contrariamente a lo que muchos piensan, sus tentáculos no son su método de propulsión, sino los encargados de cazar y acercar el alimento a la zona central donde se encuentra la boca, el agujero por el que también defecan. Nosotros normalmente sólo sabemos de ellas que pican, aunque lo que seguramente también sepas es que viven en poblaciones, algo que consiguen utilizando las corrientes para encontrar zonas ricas de nutrientes que si además tienen bajo contenido en oxígeno son su medio ideal, ya que los peces que pueden quitarles el alimento o acabar con ellas no se acercan. Así mismo, los altos índices de  yodo en las zonas más saladas les ayudan a crecer con mayor rapidez. Se cree que la pesca de sus depredadores naturales hace que se establezcan en zonas donde los peces no podrán volver a ocupar porque ellas se alimentan de sus huevos y larvas. Es un círculo vicioso generado, ya a nivel global, con la inestimable ayuda del ser humano. 

Las medusas son animales de infausto recuerdo para los que alguna vez nos hemos encontrado con alguna, pero es cierto que son muy bonitas. Reciben su nombre por su parecido morfológico con la gorgona de la mitología griega que convertía en piedra a los que osaban a mirarle a los ojos, hasta que el semidiós Perseo acabó con ella. Comenzó su aventura volando hasta donde vivían las grayas en la costa norte de África gracias a las sandalias aladas que Hades le regaló, junto con un casco que le hacia invisible y un zurrón en el que introducir la cabeza de Medusa para llevarla de vuelta a Sérifos y completar así el encargo del rey Polidectes. Para ello contó también con una hoz que le había regalado Hermes. Las grayas eran tres ancianas que compartían un ojo y un diente a las que Perneo necesitaba para saber cómo llegar hasta las ninfas. Consiguió hacerse con el ojo y usándolo como moneda de cambio consiguió la información que quería; eso sí, se lo devolvió tirándolo al mar y así mientras lo recogían no le entorpecieran en su misión. Las ninfas señalaron el camino hasta las Gorgonas y Perseo llegó mientras dormían. Toda la hazaña fue posible gracias al escudo que le regaló Atenea, tan pulido que reflejaba lo que tenía ante sí. La diosa ayudó a Perseo por pura enemistad con Medusa como consecuencia de sus relaciones con Poseidón. Utilizó el escudo para saber dónde se encontraba Medusa sin necesidad de mirarla directamente. Cuando la hubo decapitado, sus hermanas Esteno y Euriale trataron de encontrarle, pero el griego se había puesto el casco de Hades que le hacía invisible.  

Perseo con la cabeza de Medusa.
Perseo con la cabeza de Medusa, de Cellini. [Imagen: mythosyleyendas.com]

El hijo de Zeus se vio obligado a matar a Medusa porque el rey Polidectes de Sérifos se había enamorado de su madre y aquella misión fue lo único que se le ocurrió para separarle de ella. Madre e hijo habían sido recogidos por el rey Dictis arribando hasta allí metidos en un cofre de madera tras una serie de decisiones de su abuelo Acriso, rey de Argos. Éste, amedrentado por la profecía del oráculo al preguntarle si tendría algún heredero varón recibió una respuesta muy clara: no tendría hijos, y su nieto le mataría. Por eso, encerró a Danae de manera que evitaba contacto carnal con nadie que pudiera darle un hijo que hiciera cumplir la premonición del oráculo. Sin embargo, Zeus deseaba a Danae, y se precipitó como lluvia de oro desde el techo de bronce del lugar donde ella permanecía encerrada, dejándola embarazada. Fruto de esa unión nació Perseo, y entonces Acriso ordenó meterle junto a su madre Danae en un cofre y lanzarlos al mar. No acabó con ellos por miedo a enfurecer a los dioses y por eso tuvo que perder más tiempo de lo que le hubiera gustado en encontrar la manera de deshacerse de ambos. Metidos en el cofre tuvieron la suerte de que Poseidón había recibido órdenes de Zeus para calmar las aguas.  

Andrómeda liberada por Perseo, de Picou. [Imagen: tuttafario.com]  

Durante su viaje de vuelta a Grecia después de acabar con Medusa, y todavía en África, Perseo se encontró con un imprevisto que cambiaría su vida: Andrómeda. Era la hija del rey Cefeo y Casiopea y unas ofensivas palabras de su madre hacia las Nereidas habían enfurecido a Poseidón y acabado con la joven encadenada a una roca en la playa para ofrecerla en sacrificio al monstruo marino que enviaría. Perseo se ofreció para liberarla a cambio de que pudiera ser su esposa. Cefeo aceptó, y entonces Perseo voló hasta el monstruo cuando salía de las profundidades convirtiéndolo en piedra gracias a la cabeza de Medusa. Sin embargo, Andrómeda había sido ya ofrecida a su tío paterno Fineo por lo que el griego tuvo también que enfrentarse a él y su séquito en el día del enlace. Al ver que eran más en número, se vio obligado a usar su arma más mortífera y convirtió a todos los seguidores de Fineo en piedra. Casados y tras tener su primer hijo, Perseo decidió que era el momento de retornar definitivamente a Grecia para demostrar a Polidectes que había cumplido su encargo. Al llegar a Sérifos, vio que Danae y Dictis estaban refugiándose de aquel en un santuario. Ante esa situación, Perseo acabó convirtiendo en piedra a Polidectes y en rey de Séfiros a Dictis. Tras ese episodio, prosiguió su camino hasta su tierra natal Argos, pero Acribo no estaba. Había acudido a Tesalea para presenciar unos juegos. Al enterarse Perseo, decidió ir y participar, con tan mala suerte que el lanzamiento del disco durante una de las pruebas cumplió la profecía del oráculo golpeando en la cabeza al rey. Tras el desafortunado accidente, le correspondía el trono de Argos deponiendo antes a Preto, pero su desazón por lo ocurrido acabó por hacerle intercambiar el reino con su tío Megapentes de Tirinto, primo de Danae. Allí estableció su residencia junto con Andromeda y los hijos que vinieron. Sus descendientes fueron conocidos como los Perseidas. Cuando murió, su protectora Atenea le subió a los cielos y lo convirtió en una constelación.

Esa constelación, coincide desde entonces una vez al año con una zona del espacio que la Tierra atraviesa durante las primeras semanas del mes de agosto. Es una zona plagada de meteroides del cometa Swift-Tuttle que hace que lo que vemos durante esas noches -y que coloquialmente llamamos estrellas fugaces- son el resultado del contacto de esos restos con la atmósfera terrestre al ser atraídos por el campo gravitatorio de nuestro planeta en su órbita alrededor del Sol. La astronomía se ha encargado de ir acercando poco a poco estos fenómenos a la sociedad con apariciones en periódicos, revistas o noticiarios a lo largo de los años. Hoy en día, en el mundo 2.0 en el que vivimos, tenemos la posibilidad de encontrar información sobre casi todo con sólo tener una ligera idea de lo que queremos buscar, porque no todo iba a ser malo en internet. Si durante tus vacaciones de verano tienes la suerte de estar en un lugar medianamente libre de contaminación lumínica, y sabiendo que la Luna este año no estorbará “mucho” en ese sentido, no tienes más que levantar la vista hacia la constelación de Perseo para observar esas estrellas fugaces que siempre ves anunciar en la TV durante estos días. Son las Perseidas, y este año tendrán su culmen de frecuencia en la noche del 12 al 13, aunque como ya he comentado antes, serán visibles durante buena parte del mes si el tiempo acompaña. Parece como si la mitología y la ciencia se dieran la mano, una vez más.    

Fuentes: wikipedia.com mitosyleyendascr.com medusas.org

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