Paleolítico. Sierra de la Demanda (Burgos). Llevan tiempo asentados en la margen derecha del río Arlanza, en las inmediaciones del nacimiento desde el que afluente baja al encuentro del Pisuerga. De sus generaciones anteriores han aprendido que las herramientas grandes pueden ser multifuncionales. Esas hachas de mano les sirven para trabajar las lanzas de madera, que utilizan como arma arrojadiza para cazar grandes presas, las usan también a modo de cuchillo para separar la carne de los huesos en esas piezas de caza, o también para recolectar fibras vegetales. La tribu. Los miembros del grupo encargados del perfeccionamiento de la tecnología están sentados en corro y tienen las piedras de cuarcita amontonadas para ir cogiéndolas y trabajándolas. No saben lo que es la cuarcita, pero sí saben que los cantos rodados de río son especialmente trabajables para conseguir lo que quieren. Como una pescadilla que se muerde la cola, el perfeccionamiento en el proceso de fabricación de esas herramientas ha generado una suerte de cadena de producción. A poco más de 30 kilómetros de ahí, otros homínidos ocupan la sierra de Atapuerca. Sus tecnologías tienen muchas similitudes, y la realización de bifaces -herramientas con doble filo- parece dejar claro que su actividad cerebral comprende el desarrollo de tecnologías cada vez más complejas. Del mismo modo, comprenden que algunas de esas piezas pueden dejarse donde habitualmente tratan las carnes y no tienen necesidad de llevarlas y traerlas cada vez que sea necesario utilizarlas. Tan sencillo como fabricar más para tener unas en un sitio y otras en otros, como Valparaíso.

Quizá también por ese desarrollo cognitivo entienden que pueden abandonar los lugares ocupados sabiendo que lo que «tienen que llevarse» es a los que saben fabricar piezas, lo aprendido, el know-how de la fabricación. Y por eso dejan esa gran cantidad de piezas en el asentamiento cuando se van.

Siglo XXI. Hortigüela (Burgos). Gerardo, vecino de la zona, cree que eso que ha visto no es una piedra al uso, un canto rodado de río. Bueno, en realidad sí lo es, pero la manera en la que presenta dispuestas las fracturas le ha llamado la atención. Tanto es así que se preocupa de ponerse en contacto con Eudald Carbonell, el arqueólogo del sombrero tan fácil de reconocer entre los burgaleses aficionados a la historia que desde hace ya décadas nos cuenta la sierra de Atapuerca, situada a poco más de 30 km. de Hortigüela. En honor a la verdad, es justo decir que el propio Eudald se encarga de que así sea, desgranando la información de todo lo que se encuentra para que llegue al público general. Y es que Eudald no entiende la investigación sin la divulgación. El lo llama “socialización del conocimiento”.
Está claro. Hay que excavar.
Los trámites de documentación llevan una semana. En paralelo, se establece un equipo de diez investigadores para llevar a cabo la excavación formado por el propio Eudald como director, Marta Navazo, Alfonso Benito y Fco. Javier García, acompañados por becarios predoctorales y alumnos de grado de la Universidad de Burgos. Efectivamente, los científicos recuperan 12 piedras en posición primaria (es decir, donde los materiales se encontrarían en la situación original o próxima de abandono).

El terreno que se excava con el fin de ver la potencia estratigráfica del sitio tiene 25m2 y permitirá conocer la cronología del lugar. Mientras tanto, en las cercanías se encuentran más piezas hasta un total de 50 herramientas. Bifaces, hendedores, lascas… La importancia del hallazgo de Valparaíso reside en la cercanía con los útiles de ese tipo y esa época (Achelense) encontrados en los yacimientos de la Galería y la Gran Dolina de la Trinchera del Ferrocarril (aquí tienes todas las entradas relacionadas con los yacimientos de Atapuerca en el blog), ya que permitirán a los especialistas comparar entre sí a los grupos de cazadores y recolectores que poblaron Atapuerca y la cuenca del río Arlanza, más allá de los yacimientos existentes de La Ermita, Cueva Millán o La Mina, de hasta 50.000 años. Sin duda, este nuevo sitio arqueológico de Valparaíso en Hortigüela es mucho más antiguo.

Además, el equipo organizó una jornada de puertas abiertas en el yacimiento financiado por la Fundación Palarq y la Fundación Atapuerca para que los vecinos que quisieran se acercasen a ver lo encontrado. Una treintena de personas se interesó por ello y acudió a recibir las explicaciones de Eudald y compañía sobre el terreno. Una señal (más) de la buena labor social que se lleva a cabo desde los diferentes estamentos paleoarqueológicos de Burgos.

Si quieres tener algo de info sobre los hallazgos de la sierra de #Atapuerca, aquí conté para National Geographic los de 2021.