
Se suele decir que nunca es tarde si la dicha es buena, aunque personalmente opino que no siempre es así. Los modernos lo llaman “perfect timing”, los castizos “a buenas horas, mangas verdes”. También es cierto que aunque en ocasiones es tarde, sí que se pierde el momento adecuado, hay otras que no, por lo imperturbable de lo que se va a exponer, o mejor dicho, lo no interpretable. Los hallazgos de la sierra de Atapuerca son una de esas cosas inquebrantables, de dirección única e inexorable desde hace literalmente millones de años. Escribo estas líneas un mes después del inicio de la campaña de 2023, pero considero que no es tarde para contar mi día de visita y lo que allí ha aparecido. Los yacimientos celebran cada año el inicio de las excavaciones arqueológicas. Las ingente cantidad de sitios obliga ya a la Fundación Atapuerca a dividir la visita de los medios de comunicación en dos días separados. El 6 de julio, a la que no acudí, se visitaron los tres yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril y el retomado de El Penal. El resto de zonas (Cueva Fantasma, Estatuas Exterior y El Portalón, junto con la visita al centro de lavado en el río Arlanzón) se dejaron para el lunes 10 de julio.
En los tiempos que corren, tendemos a mirar el tiempo que va a hacer al sitio que vas a visitar, pero no solemos preocuparnos del trayecto… y por eso llegué algo tarde a la cita. Al coronar el puerto de La Mazorra la niebla tapaba bruscamente el bonito paisaje que brinda la meseta en los días soleados de verano. La visibilidad no era mala, de un par de kilómetros aproximadamente, pero ni rastro de la habitual vista de la característica planicie castellana. En el parking las mismas caras ya conocidas de otros años. También están Eudald y Bermúdez de Castro, dos de las tres patas del triunvirato atapuerquil, que esperan para saludar antes del inicio de la visita a los medios, que llegan a cuentagotas. Un par de televisiones, RNE y prensa escrita. Nos dicen que Arsuaga, el tercero en discordia, espera en el emplazamiento de Estatuas Exterior para darnos él mismo el resumen de la excavación de esta campaña.
Voy a aprovechar que la campaña ya ha acabado para explicar una mezcla entre lo que nos contaron el día 10 y lo que finalmente se ha ido encontrando hasta el fin de las excavaciones.
Cueva Fantasma
Para llegar a la primera parada hay que cruzar buena parte de la Trinchera del Ferrocarril, atravesando la pasarela a la altura de la Sima del Elefante y subiendo por la empinada rampa que hay a la derecha, un poco antes de llegar a la zona donde están los yacimientos de la Galería y Gran Dolina. En la entrada nos recibe Ana Isabel Ortega, su responsable (afiliada al CENIEH y la Fundación Atapuerca).
Este yacimiento es uno de los que más han cambiado en los últimos años a nivel de impacto visual. Es complicado imaginar todo el volumen de roca que falta si no lo has visto desde sus inicios; un vaciado que hoy le hace asemejarse a una suerte de anfiteatro del Pleistoceno superior. Según cuenta Ana Isabel, está dividido en dos áreas bien diferenciadas: la entrada en la parte izquierda mirándolo desde donde nos encontramos al entrar en la zona y la gran sala en la derecha.

En el nivel de excavación de hoy en día estaríamos hablando del Paleolítico medio, la época en la que los Neandertales ocupaban la sierra. Con el nivel N26 completamente excavado, este año se ha trabajado en N25. Y bajando… En la entrada, el nivel actual comprende restos de unos 60-70.000 años. Se ha seguido con el sondeo para conocer cómo ha evolucionado el yacimiento con respecto a lo que se conoce hasta ahora. Podría decirse que un sondeo es una manera de “adelantar los acontecimientos”; es decir, saber cómo están dispuestos verticalmente los cambios en la sedimentación en ese punto concreto del yacimiento donde se prospecta. No necesariamente tiene que ser así el yacimiento completo, pero es una pista sobre lo que puede encontrarse en el conjunto.

Este año se han recuperado numerosas piezas de industria lítica y huesos marcados que confirman la presencia de Neandertales. En cuanto a fósiles, en la Gran Sala ha aparecido mucho resto de caballo, y también se han hallado huesos de león, oso, perro o marmota… aunque, sobre todo, la acumulación de restos de hiena hace pensar en que esa parte fuese un cubil en el que una manada usaría el lugar como asentamiento.


Galería de las Estatuas Exterior
Este emplazamiento tiene muy buenos mimbres para explicar un concepto fácilmente imaginable… si te lo explica alguien como Juan Luis Arsuaga: la estratigrafía. A simple vista, desde Cueva Fantasma llegamos a la parte más baja de lo que parece una pequeña cascada de tierra de varios niveles, con los arqueólogos en su parte más alta, parapetados bajo un toldo que les libra del inclemente sol burgalés de julio. Arsuaga nos explica, con puntero láser en mano, el porqué de esos escalones artificiales y los agujeros que presentan algunos de ellos.



Si pudiéramos cortar la ladera como si fuera una tarta encontraríamos, en algún punto, cómo ambos yacimientos se hacen uno solo. Hoy en día, hay que acceder a Estatuas Interior desde el complejo cárstico Cueva Mayor / Cueva del Silo, mientras que al exterior se puede llegar por el sendero de la sierra por el que hemos llegado nosotros. En Estatuas Exterior lo que podemos ver es la prueba de cómo a lo largo de cientos de miles de años lo que era “la misma” entrada de la cueva (y que hoy está completamente sin techo, al aire libre) ha ido retrocediendo en la propia ladera sobre la que se encuentra a medida que los techos se iban derrumbando. Según Arsuaga, es probable que la primera vez que los preneandertales entrasen, el acceso estuviera cientos de metros más lejos del lugar desde el que estábamos hablando de ello. Para intentar explicar esto, me ayudaré de un croquis de mi cosecha. Si pudiéramos cortar transversalmente la ladera primigenia de ese lugar encontraríamos algo parecido a la Fig. 1. Se diferenciaría el techo de la cueva y el suelo que los primeros pobladores pisaron. La propia erosión sobre el karst que conformaba la entrada hizo caer el techo, enterrando lo que había y convirtiéndose a la vez en el suelo de la nueva entrada (ver Fig. 2), o dicho de otra forma, de la siguiente generación de pobladores. Ese mismo proceso repetido en el tiempo ha hecho del yacimiento un lugar perfecto para entender el proceso (ver Fig. 3).




De hecho, hoy en día se diferencia el lugar en “Estatuas exterior” e “Estatuas interior” por el lugar en el que está la línea inclinada que marca la pendiente (ver Fig. 4).
Los científicos han inferido que la parte del yacimiento excavada esta campaña, el cierre superior de la boca de la cueva primigenia, fue ocupada por Neandertales. Esta afirmación está basada en el hallazgo de lascas, restos de tallas y sílex, junto con los fósiles de herbívoros con muestras de haber sido consumidos.


El Portalón
En el interior del complejo de Cueva Mayor nos espera la responsable del yacimiento Amalia Pérez. Comienza diciéndonos que la excavación de El Portalón está dividida en diferentes alturas. La parte más alta corresponde a la Edad del Bronce medio (aprox 2.000-1.600 a.C.), y está separada a su vez en dos zonas. Se trata de un sitio en el que se empezó a excavar hace años, que se dejó latente para esperar a que avanzase la tecnología de estudio. Por otro lado, la parte baja del yacimiento pertenece al Neolitico (hace unos 7.200 años). Lo verdaderamente significativo esta campaña es la evidencia encontrada en los suelos de esa zona neolítica, algo que a pie de yacimiento Amalia nos confirma como un hallazgo único en el mundo. Por primera vez se ha visto cómo una superficie es preparada para el uso continuado como suelo. Un lugar en el que se han quemado ramas para mezclar el carbón resultante con arcilla cocida. Una metodología empleada de manera prolongada en la misma cota, con el fin de adaptar la zona a la vida continuada en ese emplazamiento, de crear un hogar de habitación. Dicho de otro modo, de pasar de la vida nómada al sedentarismo. Este descubrimiento es, sin duda, de lo más fascinante que ha revelado esta campaña. Porque no siempre lo más antiguo es lo más impresionante.

El hecho de ser algo único hace que se trabaje en ello con extrema precaución en cuanto a registros porque, por desgracia, como dijo Amalia «en arqueología, todo lo que tocamos lo tenemos que destruir”. Por el contrario, y con el fin de establecer las bases de los estudios futuros, se ayudan de la tecnología GPS y el escaneo 3D. Gracias a una estación total pueden localizar la altura de cota de cada elemento mínimamente interesante, que se añade a la liturgia habitual de fotografiado previo y posterior en cada zona excavada. En total, durante 2023 ha habido un grupo de unas 20 personas trabajando en una superficie conjunta de unos 18m2… aunque la responsable admite que lo que realmente les gustaría es algo tan inabordable como poder excavar la totalidad del suelo de la cueva, incluso desde la cota del suelo que estábamos pisando nosotros hacia abajo. Nos cuenta eso dándonos el contexto de que en la parte inferior estamos en el inicio del Neolítico, donde aún siguen cazando y recolectando, y de alguna manera comienzan a estabular el ganado, e incluso se han encontrado láminas preparadas para segar. Quizá pudieran encontrarse ese establo que probablemente tendrían o algún túmulo funerario. Las cerámicas que están apareciendo este año son más de cocina, más prácticas que decoradas, realizadas por los primeros agricultores y ganaderos de la península. Amalia nos dice para terminar su explicación que, posteriormente, es probable que en los niveles más superiores de suelo, durante la época de los romanos, la cueva fuese utilizada como retén, como un puesto de guardia para controlar todo el valle del Arlanzón. Impresiona que te hablen de tantos y tantos años de historia y eventos comprendidos bajo el techo de una única cavidad enorme.

Entrada a las Sima de los Huesos
La ubicación que dio a conocer todo el complejo Atapuerca rezuma excitación por saber cuánto queda por descubrir todavía en esa trampa natural a la que, antes que los homínidos, cayeron durante miles de años mamíferos de mayor y menor tamaño como osos o zorros, entre otros. A lo largo de la visita, Juan Luis Arsuaga nos comentó que durante esta campaña entraría a la Sima de los Huesos con algunos compañeros para explicar desde dentro, en un vídeo, cuál es el estado de toda esa zona. En él explica que se ha estado excavando en profundidad. En la Sala de los Cíclopes sigue trabajándose en la recuperación de los restos de oso que ya habían aparecido en el pasado. Y en la propia Sima de los Huesos, se están centrando los esfuerzos en preparar la intervención del año que viene, en la que todo hace indicar que volverán a aparecer restos humanos.

Lavadero Arlanzón
Como cada año, la visita a los yacimientos acaba bastante más lejos de ellos de lo que se pueda pensar. En el lavadero junto al río nos espera Antonio Rodriguez-Hidalgo para explicarnos todos los detalles. Es un proceso fantástico de ver y curioso de comentar, porque es ciencia en estado puro. La tierra que se va extrayendo en cada yacimiento no se tira. El motivo es que puede contener cantidad de información en forma de microfauna y minerales que ayude a entender el entorno de cada excavación.
Lo que se hace desde un primer momento en los lugares de trabajo es compartimentar cada superficie excavada en cuadrantes y asignarles un código que permite identificar el sedimento extraído en ese punto exacto de cada yacimiento. Es algo similar al juego de los barcos. Lo que en Cueva Fantasma es el cuadrante “A1” (codificación inventada), tiene su réplica “A1” inequívoca en el lavadero. Además de en el plano 2D del suelo -ejes X e Y- que se va excavando, esos cuadrados son también geolocalizados en altura -eje Z-, de manera que el registro fósil de cada elemento encontrado esté perfectamente localizado y pueda ser recreado digitalmente, toda vez que cuando se retiran los hallazgos y la tierra, el yacimiento ya no existirá nunca más a efectos reales.
Junto al río Arlanzón, el suelo está lleno de cuadrados dibujados con cuerda. Hay que andar con cuidado para no tropezarse. Cada conjunto pertenece a un yacimiento de los once de la sierra, de manera que los sacos extraídos en la excavación son colocados en su homónimo cuadrado en la ribera del río.

Cada saco con sedimentos es pasado por un meticuloso proceso de desapelmazamiento y cribado con chorros de agua. Una vez limpiado y secado, son los científicos se encargan de escudriñar, ya sin tierra, todas las piedrecitas y restos de animales pequeñísimos, para clasificarlos en relación a cada emplazamiento, y que sirven para dar contexto a los descubrimientos de la montaña. Gracias a los huesecillos de los pequeños vertebrados los especialistas pueden deducir cómo era el clima, qué tipo de animales convivían en un determinado período de tiempo, etcétera. Una labor de máximo detalle, en contraposición con lo que es excavar a pie de yacimiento en la Trinchera del Ferrocarril y sus alrededores.




Hasta aquí mi visita del día 10 de julio. A continuación, la recopilación de datos sobre la campaña 2023 en el resto de yacimientos.
Sima del Elefante
El primer yacimiento al que se llega por la Trinchera del Ferrocarril es la Sima del Elefante. Impresiona sobremanera la enorme pared que uno ve desde la pasarela que permite atravesar el emplazamiento cuando pasa a su lado. En ella se pueden ver los diferentes cambios de color de los sedimentos desde los que se ha estado trabajando durante todos estos años. Actualmente, los arqueólogos están excavando un nivel (TE7) cuya antigüedad oscila entre los 1 300 000 – 1 400 000 años. Una cifra que podríamos definir de inconcebible viendo que nuestra existencia -con suerte- llega poco más allá de los 100 años.

El año pasado apareció una lasca de cuarzo cuyo análisis fue lo que precisamente permitió retrasar la antigüedad del yacimiento hasta los 1.3-1.4 MA. Durante la campaña de 2023, ese fue el hallazgo más excepcional. Este año, en ese emplazamiento ha aparecido un canto rodado de cuarzo trabajado, además del esqueleto de un pequeño carnívoro y de una tortuga.
Galería
Este yacimiento con sedimentos de hace 300.000 años es uno de mis favoritos. En extensión es relativamente pequeño comparado con los demás, pero es terriblemente rico en restos. Sin ir más lejos, han aparecido 1.300 restos de fauna y se han recuperado 50 artefactos de industria lítica de diferentes materiales (sílex, cuarzo, cuarcita, arenisca…). Uno de ellos es un bifaz de gran tamaño, lo que presumiblemente confirmaría la utilización del sitio como una suerte de carnicería. La riqueza del lugar hace que año tras año haya ganas de ampliar la superficie de excavación mordiendo la pared interna del yacimiento hacia el interior de la montaña.

Gran Dolina superior
Los niveles más altos del yacimiento de Gran Dolina son el TD8, TD7 y TD6. Todos ellos siguen sin prisa pero sin pausa siendo intervenidos por partes, debido a la enorme extensión que ocupan. El TD8 ha añadido a la enorme lista de hallazgos toda una serie de fósiles de cérvido, rinoceronte, oso, león y tigre dientes de sable. El TD7 nos muestra la realidad de hace unos 800.000 años. En él se ha encontrado una mandíbula completa de rinoceronte, una mano de hipopótamo y una lasca de cuarzo que confirma presencia humana. La campaña de este año en el nivel TD6 ha marcado el comienzo de lo que los arqueólogos ya han predicho como un “festival” para los años venideros, similar a lo que sucediera hace ya treinta años. Basan su afirmación en que se ha recuperado un fragmento de parietal homínido y una falange de pie.

Gran Dolina TD4
En la parte inferior del emplazamiento han aparecido restos de rinoceronte, bisonte, ciervo, osos… A destacar la identificación de animales tan diferentes como un oso bebé, o un anciano rinoceronte, que se deduce del desgaste de sus dientes, lo que le imposibilitaría masticar del todo bien la comida. También han aparecido huesos de ancestro de lobo o el craneo y mandíbula completos de un mustélido. Entre alguna de las costillas encontradas se han visto marcas de corte, lo que confirmaría la presencia de homínidos en el lugar hace 1 millón de años.

Mirador
El yacimiento del Mirador es uno de esos que puede pasar desapercibido para los que quieren sentirse abrumados por la antigüedad de un rinoceronte de hace 900.000 años o una lasca de hace 1.400.000 años, pero que en realidad aporta mucha información sobre la forma en la que nuestros antepasados más cercanos vivían en la sierra de Atapuerca. Un lugar en el que hace 7.000 años pasaban cosas extraordinarias, o al menos impensables, hasta que se van encontrando evidencias. Por ejemplo, esta campaña han aparecido restos de cristal de roca, cerámicas y piezas de industria lítica, pero también huesos de especies domésticas ya por aquel entonces. O una pieza de ámbar (presumiblemente, un colgante), algo que podría dejarnos indiferentes… de no ser porque todo hace indicar que procede nada más y nada menos que de la India. Es fascinante e impresionante saber que, de un modo u otro, algún poblador de la sierra de Atapuerca se hubiera encontrado por la península con algún comerciante venido desde Asia, ¿no crees? Veremos qué más sorpresas nos depara el ya anunciado festival de hallazgos que se prevé durante la campaña del año 2024.

Imágenes y datos sobre hallazgos: #BalanceAtapuerca2023 en la cuenta del MEH.
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